Antes de empezar, me
gustaría aclarar que mi comentario, se basará en dos posturas, desde la del
protagonista y la del maestro, en este caso Don Juan.
Muchas veces, buscando en
las experiencias de la vida; nos trazamos una meta, asociada a nuestros gustos,
relaciones amicales, trabajo, familiares o diferentes áreas; y muchas veces
hemos escuchado que antes de emprender algo nuevo, seamos valientes para
enfrentar los retos a los cuales no vamos a someter; pero sinceramente, muchas
veces aparentamos una falsa valentía, cuando en realidad lo primero que
sentimos es miedo a estas cosas nuevas o a dichas experiencias novedosas y es
lo que evidenciamos en la lectura; el protagonista, fue sometidos a muchos
retos y pruebas, y eso me hace pensar en las personas que vendrán a nuestra
consulta; muchos de ellos, vendrán solo para que sean escuchados, como que
otros que realmente busquen un apoyo o conocer algo que podrá ayudar en sus
situaciones habituales; ahora, porque digo que Carlos Castaneda es como un
cliente, porque muchas buscarán personas idóneas, quienes le enseñaran algo y
contribuirán a modificar su conducta o problema; y por parte del orientador,
serán sometidos a algunas tareas y programas para contrarrestar cierto grado de
dificultad en ellos; es así que ellos podrán sentir ciertos miedos y al
principio sentirán que no podrán lograrlo o tendrán muchas dudas; es así que
tomamos a Gerard Egan en su libro “El Orientador Experto”, donde afirma que una
de las destrezas del orientador, es animar al cliente a poder lograr y pensar
las mejoras que obtendrá luego de conseguir su objetivo.
Por otro lado, todas las experiencias
que pudo pasar Carlos Castaneda, cada experiencia en nosotros, deja siempre un
aprendizaje (y cada reto anteriormente mencionado, que emana e implica un miedo
de por medio), y muchas de las situaciones que vamos a escuchar, quién sabe
también las hemos pasado nosotros, y todas las enseñanzas que recibía el
protagonista, en cierta manera las ha vivido también su maestro; y eso me lleva
a pensar a nosotros; una de las destrezas que menciona también Gerard Egan es
que nosotros tenemos esa libertad de poder comentar al cliente nuestra experiencia
y como lo superamos, pero debemos tener mucho cuidado; y Don Juan tuvo bastante
cuidado de qué contaba o mostraba y que cosas no, porque deseaba cargar a su
discípulo, pues sabía que las situaciones que él había experimentado, eran
fuertes y aún no se sentía preparado para escucharlas, así que las tareas iban
de a pocos.
Entonces
podemos ver que como futuros orientadores, tenemos una gran responsabilidad, si
bien es cierto Don Juan no era el ser más empático, por su forma, hasta cierto
punto, imperativa de enseñar; anhelaba cuidar a su discípulo y prepararlo muy
pacientemente y a su tiempo para evitar que el mismo, sufriera algún tipo de
daño, ya que lo que enseñaba era algo muy serio.
En
conclusión, entonces podemos decir, que para poder ser empáticos, no basta
ponernos en el lugar de la otra persona, sino ir más allá y realmente sentir y
parafrasear lo que él siente, que signifiquemos un espejo para el cliente y
perciba que realmente estamos con él y también queremos ayudarle.
Por otro lado;
ser prudentes y saber percibir las habilidades del cliente para no producir en
él frustración porque no pudo realizar una tarea o programa que le comentamos
hacer; entonces debemos ser cuidadosos y animarle con sus destrezas y
habilidades para poder fortalecer sus emociones u otra área implicada.
Podemos ver
entonces que debemos percibir las situaciones de diferentes puntos de vista y
observar mejor nuestra postura y mejorar algunas falencias (desde el punto de
vista del cliente) y aprender a discernir las habilidades del cliente y
fortalecerlas o emprender el siguiente nivel (en el caso del orientador).
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